La regata de vela ligera más importante de Europa se suma a la lucha por la defensa de mar.
Cuidar el medio ambiente no debe ser una moda si no una decisión madurada de forma personal para favorecer un cambio que perdure en el tiempo. Como en las dietas milagro, las modas de esta naturaleza tiene el peligro de generar el poco deseado efecto rebote, dinamitando el esfuerzo realizado y minando toda motivación.
No obstante, tampoco hay que demonizar estas tendencias, intentando sacarle su lado positivo y lograr que el mensaje llegue lo más lejos posible y cale, cuanto más hondo mejor.
En el caso del medio ambiente marino, que en los últimos meses se ha convertido en un estandarte para muchas iniciativas y marcas, hay que aprovechar para que todos empaticemos y nos convirtamos, individualmente, en verdaderos embajadores de la defensa de los mares y los océanos, ya que lamentablemente ningún gobierno va a liderar una lucha en la que los “buenos” son los malos y los “malos” no se tiene muy claro si realmente llevan parche en el ojo.
Una de esas interesantes iniciativas que han visto la luz recientemente es la liderada por el Grupo Iberostar, patrocinador principal del Trofeo Princesa Sofía, que ha apostado por tres líneas de actuación: la eliminación de plásticos, el fomento del consumo responsable de pescado y la mejora de la salud costera.
El Grupo Iberostar pretende ser una cadena hotelera libre de envases de plásticos de un solo uso y ha hecho extensible este objetivo a la regata de vela ligera más importante del mediterráneo.
El trabajo que se está haciendo desde el Trofeo Princesa Sofía es titánico y deseo que la andadura que comienza en esta 50 edición, sea el inicio de una clara apuesta por la defensa del medio marino y la concienciación de unos deportistas, en este caso de vela ligera, para hacerles entender que sus acciones individuales son especialmente importantes. El simple hecho de no comprar botellas de plástico de un sólo uso para el agua necesaria durante las regatas haría que se dejasen de utilizar miles de botellas. Un pequeño gran gesto que la naturaleza implora.
No obstante, estos proyectos se encuentran ante el gran desafío de la normalización de sus acciones, por muy nobles que sean, y la peligrosa adaptación a las catástrofes al que el ser humano ha llegado gracias a la poca ética de algunos medios audiovisuales, sensacionalistas o no.
Ya casi nadie aparta la mirada de la televisión cuando ve la matanza de delfines y ballenas en las Islas Feroe o se apalea una foca hasta la muerte. Ni siquiera se escandaliza ante atentados brutales como los vividos recientemente en Nueva Zelanda. Si la gente no llega a revolverse ante semejantes acciones, hay algo que huele a podrido y debemos actuar.
Este artículo se publicó en el Diario ABC el 7 de abril de 2019.