Sobre el desafío en transformar la sensatez y la verdad en algo seductor.
Puedes leer este artículo o escucharlo a través de mi canal de podcast.
Hace unas madrugadas, una de esas en las que Morfeo es vencido por la excitante actividad neuronal, decidí vencer el impulso de adelantar el comienzo de un nuevo día distrayendo mi mente a través de las ondas en busca de una nueva oportunidad, pero el remedio me condujo hacia este derrotero.
Opino que el humor es un signo claro de inteligencia y sobreviniendo en una disertación del cómico Ignatius Farray sobre la verdad, empecé a reflexionar sobre su argumentario, rodeado de un ingenio «underground», del cual no podía estar más de acuerdo.
La comunicación lleva unos derroteros que poco se acercan al virtuosismo deseado, descendiendo de manera desmedida, arrastrado por el mercantilismo, hacia elaborados textos de entretenimiento para las masas, plagados de titulares gancho y engaños con intenciones demasiado alejadas de la recogida, elaboración y difusión de información de actualidad o interés para transmitirla al público, o lo que es lo mismo, periodismo.
Pero todo esto no sólo ocurre en las secciones de política y economía de los diversos medios de comunicación. Dentro de nuestro apreciado mundo del mar los «clickbait» están al orden del día.
Ya sabemos que la verdad suele ser aburrida y que la sensatez tiene muy poco atractivo, pero el “leitmotiv” del periodismo y de las personas que se dedican a la comunicación, debería consistir en transformar esa sensatez y verdad en algo seductor para los lectores.
Si a la escora mercantilista que ha torcido el modelo de negocio de los medios, le sumamos la ley del miedo, que se ha convertido en la herramienta más eficaz del sistema capitalista, los pernos de esta quilla no tardarán en reventar.
No se descubre nada al afirmar que al sistema le interesa que estemos entretenidos y como bien comentaba el humorista, para este menester la verdad no vale, porque la verdad aburre. Y ahí es donde la estupidez se abre paso…
Es tal la magnitud de esta realidad, que el sistema educativo debería abordar el modo de conseguir que a lo largo de las fases educativas de un estudiante, este lograse ser capaz de separar el grano de la paja y adquirir pensamiento crítico. Pero eso no interesa…
En este momento las reglas del juego están marcadas y lo único que hay que hacer es dotar de amarillismo a la verdad.
Ahora un buen redactor para muchos medios no es el que recoge información, la analiza para luego elaborar y difundirla, sino el que modifica la veracidad de una noticia con el único propósito de conseguir más clicks.
Ultimamente, cada vez que comparto una conversación con profesionales de la comunicación del mundo del mar, me reafirmo en que nuestro periodismo está en jaque. Parece que es mejor guardarse la opinión para uno mismo, a no ser que le puedas sacar partido. Aunque personalmente opino que el periodismo debería ser un arma para la defensa del bien común.
Este artículo también se publicó en la web del periódico ABC el 7 de octubre de 2020.