El individualismo está minando proyectos y empresas.
Llevamos más de una década diciendo sí a prácticamente todo, estigmatizando socialmente a todo aquel que decide decir no, como si fuera un «outsider». Decimos sí a todos los trabajos y proyectos, teniendo la obligación de sentirnos uno de esos privilegiados a los que se les propone hacer cosas. Pero estas decisiones nos empujan hacia el aislamiento que enarbola la bandera de la meritocracia.
Nos estamos anclando en el individualismo, dejando de trabajar para premiar el esfuerzo colectivo. Como ejemplo contrario me gustaría destacar la entrevista que se le hizo hace unos días en Tripulante 18 a Blanca Manchón y Pilar Gonzalez Lamadrid, regatistas del equipo de la Real Federación Española de Vela en la clase iQFoil. Dos rivales que, en este caso, lucharan por una plaza olímpica y que claramente han marcado su estrategia individual para ir a Paris 2024, en el trabajo en equipo. Y es más, no con el objetivo final de ir a los JJOO sino para que la que vaya esté potencialmente entre las tres mejores de las olimpiadas.
Mientras tanto, la gran mayoría hace como que cree, creando generaciones que luego viven la precariedad como una realidad silenciada. Creen que esforzándose más van a subir de escalón social, creen que haciendo más horas extras sus jefes los van a tener en cuenta en la próxima oportunidad de ascenso laboral, o creen, en este caso los jóvenes, que su tiempo como becarios terminará pronto.
Los estados del bienestar que se crearon después de la II guerra mundial duraron un par de generaciones y ahora nos encontramos ante la afirmación de que los jóvenes no van a vivir mejor de lo que lo hicieron sus padres.
La zanahoria imaginaria de cada cual nos impide parar, negando la posibilidad del análisis particular tan necesario para marcar nuestra estrategia de vida, ya sea para ir a unas olimpiadas, emprender un proyecto o liderar una federación. La falta de sosiego está jugando con la salud mental de todos y con nuestro tiempo. Una mezcla letal que está llevando a la frustración y la depresión a los niveles más altos de la historia de la humanidad, ojo, convirtiendo el suicidio en la primera causa de muerte a nivel mundial.
El ser humano no está hecho para el individualismo. Somos animales sociales y nuestra fortaleza es el trabajo en equipo. Tenemos que frenar, potenciar nuestra colectividad y luchar contra el sistema enfocado en el individualismo que aumenta la precariedad en la educación, las empresas y los gobiernos, arrojando a la sociedad a un horizonte nada esperanzador. La meritocracia se empieza a resentir en vista de que el paradigma familiar «Estudia, esfuérzate y podrás vivir mejor de lo que yo he vivido», se ha convertido en una ficción.
El artículo «La zanahoria del individualismo» también se publicó en la web del periódico ABC el 28 de enero de 2022.