El diseño y construcción naval vuelven a posicionarse sobre la linea roja.
Tras leer el libro de Los barcos olímpicos y la carrera transatlántica he sentido mis paralelismos particulares respecto al desafío que está viviendo en la navegación oceánica a vela.
Me viene a la mente el récord que ostentan nuestro gran navegante oceánico Alex Pella a bordo del Idec Sport cuando en enero de 2017 conseguía batir el récord, junto con el resto del equipo, de la Jules Verne Trophy firmando un registro de navegación a vela alrededor del mundo que aún ostenta, extendiendo los limites del ser humano y la navegación a vela.
En los últimos dos años se detecta una semejanza con la guerra sin cuartel que Inglaterra y Alemania ofrecían en la construcción naval de principios del siglo pasado, llevando al límite a la industria para botar el buque más grande, más rápido y más lujoso con el que cruzar el Atlántico Norte con el único afán de rentabilizar de manera codiciosa la necesidad de la población europea por llegar al Nuevo Mundo en busca de aumentar una fortuna ya existente o de tener una oportunidad para salir de la miseria. En aquella ocasión naciones y lobbies del sector naval pusieron foco en la parte más puramente comercial y «marketiniana» sorteando de manera casi grotesca la seguridad de aquellos que eran sus clientes y que culminó con la muerte de 1514 personas del Titanic, el accidente más trágico ocurrido en un barco de pasajeros de la historia.
Volviendo a nuestra era, la vela está viviendo una vorágine que la está llevando a los límites de la cordura. Es verdad que la tecnología en la actualidad está elevada a la enésima potencia en comparación de hace un siglo pero el ego y el afán de «haber quién la tiene más grande» creo que puede llevarnos a vivir episodios tensos en un futuro próximo.
El ejemplo más meridiano de este asunto lo tenemos en los maxitrimaranes oceánicos con foils que están llevando a cruzar las posibles lineas rojas de lo exigible a un ser humano a bordo de un barco. De manera algo más controlada, también podemos mirar a la America´s Cup donde en sus últimas ediciones ya hemos visto momentos muy trágicos y que lamentablemente se podrían haber repetido ya que las actualizaciones de seguridad parecían más parches para apaciguar las aguas que empatía con el que se estaba jugando el tipo en el agua. La Board of Trade, a principios del diecinueve, ya demostró su incompetencia. Ahora los encargados de regular y reglamentar la seguridad de la vida en el mar en el mundo de la vela tendrán que demostrar estar a la altura, acelerando su ritmo y manteniéndose independientes de los lobbies actuales para legislar correctamente para no revivir episodios trágicos del pasado.
Este artículo se escribió originalmente para el periódico ABC y publicado el 11 de septiembre de 2019