No demonicemos el plástico

    Piensa en un objeto que utilices todos los días... seguro que su estructura o es de plástico o como mínimo tiene componentes de plástico.

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    Plástico. Imaginémonos por un momento un mundo sin plásticos. Es casi cruel.

    Este producto, síntesis de derivados químicos del petróleo, ha hecho que la vida tal cual la conocemos sea mucho más agradable que la que vivieron nuestros parientes hace unas pocas décadas, cuando se introdujo el moldeo de plásticos por compresión. La inclinación que se está viviendo en la actualidad por demonizar los plásticos es, como casi siempre que algo se pone de moda, para tomar con cautela.

    Un mundo sin plástico haría que no existiesen los electrodomésticos que tenemos en nuestras casas y con los que seguro muchos no sabrían ni vivir. Piensa en un objeto que utilices todos los días… seguro que su estructura o es de plástico o como mínimo tiene componentes de plástico.

    El verdadero problema que tienen los plásticos es el mal uso al que hemos evolucionado para que nos ayuden a seguir avanzando en nuestra involución como individuos.

    El plástico convertido en un producto de usar y tirar es lo que verdaderamente está deteriorando nuestros entornos marinos a una velocidad inquietante. Los plásticos de un solo uso han invadido nuestros supermercados, tiendas y locales de hostelería, inundando de residuos que bien no se reciclan por ignorancia, bien porque es imposible hacerlo terminado en nuestros océanos. Ahí es donde todos, gobiernos, empresas y ciudadanos, deberíamos poner el foco para revertir una tendencia de consumo que está demostrada nos traslada hacia la autodestrucción.

    Los gobiernos, legislando seriamente para propiciar ese necesario cambio de hábitos de consumo. Las empresas, siendo responsables y aplicando recursos para fomentar la sostenibilidad. Y los ciudadanos, no mirando hacia otro lado esperando que sea otro el que haga lo que tendríamos que hacer nosotros mismos.

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    Como ciudadanos consumidores tenemos el poder de inclinar las tendencias de consumo. Imaginense que cuando nos pidamos nuestro próximo mojito, coctail o refresco exigiésemos que fuese sin esas pajitas de plástico con las que siempre se sirven y pidiésemos una alternativa más bondadosa con el medio ambiente como son pajitas reutilizables de acero, que por cierto son increíbles. Ese simple gesto bastaría para eliminar de manera muy eficaz este problema evidente ¿Sabían que España lidera la utilización de pajitas de plástico en Europa con un consumo de más de 13 millones al día? Es evidente que esto no es sostenible.

    Pero este es un simple y sobrecogedor ejemplo, del cual ya se ha comenzado a legislar, al que estoy seguro podríamos sumar muchos más en nuestro día a día como consumidores del primer mundo. Pensemos que sumarnos al cambio es mucho más fácil de lo que parece. Simples gestos marcan la diferencia y sobretodo sirven de ejemplo a otros.

    Puedes encontrar el artículo original publicado en el periódico ABC del 28 de julio 2019