Estamos inmersos en plenos procesos electorales con poca política entreverada.
La política y el deporte, cuando hacen equipo y forman un grupo indisoluble que trabaja por el bien común consiguen cosas increíbles. Pero tristemente uno de los grandes problemas que existen en las federaciones deportivas es la gran distancia que existe entre los políticos y esos deportistas a los que representan. Un asunto que sobreviene ya que, estos primeros, no entienden la profundidad de los beneficios que significa pertenecer a un grupo.
Expertos en esta materia a nivel corporativo, como el profesor Nitin Nohria, decano de la Harvard Business School, aseguran que a través de la Teoría O, mediante una colaboración de alta participación, los grupos pueden conseguir una transformación que conlleve altos porcentajes de éxito prolongado.
Pero aprovechando que estamos en plenas fiestas navideñas, en vez de seguir por los interesantes derroteros académicos del profesor Nohria, introduciré un símil con un producto tan español y familiar como es una pata de jamón.
En un jamón, podemos diferenciar tres partes fundamentales: la carne, la grasa y el hueso. En el ecosistema del deporte federativo, la carne correspondería al conjunto de los deportistas, la grasa a los políticos que dirigen las lineas estratégicas hacia donde tiene que ir dirigido el deporte y el hueso… a los estamentos administrativos nacionales.
Al igual que para que una buena pata de jamón, o paletilla para algunas federaciones, la grasa es fundamental para que la pieza se considere excelente, en el deporte federativo tener buenos políticos también es imprescindible para que los deportistas saquen todo su potencial. En una pata de jamón el exceso de grasa te molesta y al final terminas eliminando ese exceso que no aporta nada y al que consideras desperdicio. Te sientes como si te hubieran robado parte del manjar. Tampoco quieres excesos de nódulos de grasa o adipocitos localizados ya que desmerecen la pata de jamón. Realmente lo que quieres ver en tu pata de jamón es grasa intramuscular, ese sutil veteado, visible en el corte, que hacen aflorar todos los sabores, aromas y texturas. Esa grasa entreverada, que forma un todo con la carne, como si la conociera, sacándole toda la grandiosidad a la pata de jamón ibérico.
En estas próximas elecciones necesitamos esa política entreverada que sólo se consigue con buenos políticos, al igual que para conseguir un jamón anillado con la etiqueta negra, también necesitas un tipo de animal en particular. Cerdos 100% ibéricos que se caracterizan principalmente por tener cabeza pequeña, hocico afilado, cuello corto y muy musculoso, pezuña negra y pelo débil y escaso. Además de estar criados en libertad y alimentados en la dehesas a base de bellotas de encinas y alcornoques.