La gran mayoría de viajeros que hayan disfrutado de la isla blanca han estado navegando en las Barcas de Talamanca.
Gente de mar o de tierra adentro, famosos o anónimos, nobleza o pueblo llano, las Barcas de Talamanca han acogido en sus cubiertas a millones de personas en sus casi 90 años de historia acercándoles de una punta a la otra del puerto de Ibiza, uniendo, de forma mágica, lo mejor de dos mundos.
La idea nació del abuelo de Aniano Costa Mariné, actual director de esta naviera familiar, en el año 1932 cuando transportaba, de lunes a viernes, con su barco graba, cemento y marés desde distintos puntos de las Pitusas hacia el puerto de Ibiza. Entonces Benjamin Costa Bailach, este armador visionario, decidió transformar su barco de carga en un barco de pasaje durante los días de fiesta añadiéndole unos bancos para transportar a la gente del pueblo hacia la playa más cercana, la de Talamanca. Una playa doméstica donde se hacían paellas, se desconectaba y disfrutaba del mar.
El marés, una roca muy ibicenca
El marés es una roca arenisca compuesta por pequeños fragmentos fósiles prensada a lo largo de los años que ha cohesionado debido a su fusión con cemento natural a base de carbonatos. Esta roca fue muy popular ya en época de los árabes siendo utilizada para la construcción e incluso para dulcificar el agua de mar, aprovechando sus especiales características porosas, para el cultivo.
Posteriormente el marés se revalorizó para la construcción en todas las Islas Baleares. Un hecho que aún se puede ver en todas las casas del frontis del puerto de Ibiza.
Su extracción se hacía en bloques que se cortaban con grandes sierras de dos metros, razón por lo que las antiguas canteras, ahora protegidas, tienen sus características formas escalonadas.
Mientras entrevistaba a este hombre de mar durante las idas y venidas a bordo de uno de los barcos de las Barcas de Talamanca, el Playa Illa Plana, botado en 1962, en sus trayectos por el puerto de Ibiza, Aniano me recalcó un punto que resultó determinante para que esta empresa prosperara «Yo me acuerdo de pequeño que había un autobús de color azul que iba a Talamanca pero que estaba más veces tumbado de costado que en el camino. Un camino entre las acequias que cuando se inundaba, reblandecía tanto la tierra del camino que hacía volcar el autobús.» El transporte por carretera era más largo, incómodo y peligroso que coger el barco de Benjamín para ir a la playa.
De la genial idea del abuelo, la empresa pasó a los hijos, nietos y biznietos. Cuatro generaciones que de transportar materiales áridos se vieron liderando el transporte de pasajeros dentro del puerto de Ibiza, siendo en la actualidad, las Barcas de Talamanca, una verdadera institución en la isla.
Desde la década de los 80, Aniano dirige la empresa Barcas de Talamanca con la misma pasión sus antecesores, y en la que su hijo ya hace sus pinitos donde, de forma natural, terminará dirigiendo la empresa.
Pero no fue hasta finales de los años 60 cuando el negocio pasó de ser local, dando servicio al «payés», a convertirse en una empresa turística de referencia.
El boom de los hippies
La verdadera historia de los hippies en Ibiza poca gente la conoce pero este fenómeno nació debido a la guerra de Vietnam. Los hippies, que marcaron el primer hito turístico en la isla de Ibiza, eran «hijos de papá» de familias estadounidenses que querían evitar que sus vástagos terminaran en filas para ir a combatir en la segunda guerra de Indochina. Los padres de estos jóvenes pudientes buscaban un destino poco conocido y dónde pasaran más o menos inadvertidos -cosa que no consiguieron-, encontrando en Ibiza el paraíso. Una isla desconocida, mal comunicada, con buen clima y unas costas que los enamoraron. Poco a poco, esos hijos de papá atrajeron a otros hijos de papá, amigos y bufones, generando una población estable que lo único que hacía era pasárselo bien, comer, fumar y dormir, mientras en el otro lado del mundo, los menos afortunados perecían en masa bajo el Viet Cong.
Una vez terminó la guerra, los hijos de estas familias adineradas regresaron a sus casas en América, quedándose en la isla los que sólo dispusieron de dinero para el billete de ida… y alguno más, pasando a ser parte intrínseca de la historia de Ibiza, lanzando al estrellato el turismo en Ibiza, y con ello el servicio de las Barcas de Talamanca.
El hotel de las mil estrellas
A principios de la década de los 70, un joven Aniano junto con su padre y tíos fueron testigos de uno de los espectáculo más pintoresco en Ibiza. Día tras día, en los últimos viajes del día veían como el dique sur del puerto, donde se sitúa el faro rojo, se llenaba de «peluts» que se preparaban para pasar la noche al raso. Un espigón al que se le terminó llamando popularmente «el hotel de las mil estrellas» pudiéndose congregar más de un millar de hippies en las noches de verano.
En la actualidad, la flota de esta mítica naviera consta de cuatro míticas barcas. Tres de ellas – Playa Talamanca (1960), Playa illa plana (1962) y El Corso (1988) se dedican a hacer la línea regular, siendo el cuarto una joya marinera que rescató Aniano de Mallorca. Se trata de una golondrina botada en 1970 que se utiliza para hacer excursiones a Espalmador, como ya las hacía su abuelo, cocinando a bordo suculentas paellas. Una embarcación de casi 18 metros de eslora, de unos astilleros mallorquines, que seguro fue de la primeras golondrinas dedicadas al turismo náutico en las Baleares.
Curiosidades y récords
Las Barcas de Talamanca es la empresa que más veces a amarrado y desamarrado en la historia del puerto de Ibiza. Se calcula que habrán realizado más de un millón y medio de maniobras de atraque y desatraque. Un récord que posiblemente no supere ninguna naviera en España.
Además, estas barcos eran utilizadas por los famosos para despistar a los paparazzi. Durante la temporada estival no eran poca la gente conocida que utilizaban la parada que se hace en Marina Ibiza, anteriormente Ibiza Nueva, para dar esquinazo a los periodistas y fotógrafos. Los famosos llegaban en coche o taxi hasta el punto de amarre de las barcas en este puerto deportivo y embarcaban rumbo al otro lado del puerto, obligando a sus perseguidores a rodear de nuevo el puerto sin darles tiempo a llegar. De esta forma, los famosos ya se perdían por las callejuelas del casco antiguo perdiendo de vista a sus molestos perseguidores.
Otras fotos históricas de las Barcas de Talamanca
Este artículo se publicó originalmente en el periodico ABC el 11 de marzo de 2019